SIETE MOTIVOS PARA ESCUCHAR “EL MOMENTO DE HACER” (GRANDE-MARLASKA)

1) Tenemos la triste inercia de ignorar a los grupos que escriben pop con minúsculas. Los discos de Hello Cuca, Tachenko, Jonston, Beef, Incrucificables o Los Carradine pasan sin pena ni gloria mientras que cualquiera que compone himnos parece un poeta (muchas veces confundimos solemnidad con sustancia).

2) Es un grupo digno de sus influencias: Violent Femmes, Beat Happening, The Go-Betweens, Television Personalities, The Feelies, La Polla Records, The Wedding Present, Phil Ochs... Casi nada. ¿Cuántos artistas (de aquí o de fuera) pueden decir eso?

3) Han conseguido quitar telarañas al término “pop político”. No escriben eslóganes ni arengas sobre causas con las que todos estamos de acuerdo. Siguiendo la tradición de The Smiths, Housemartins o McCarthy deshacen fronteras entre lo público y lo privado. No es que hagan un esfuerzo por incluir la política, simplemente cantan sobre conflictos que les afectan (que nos afectan a la mayoría).

4) Roberto es un caso extraño en el pop: el del compositor que espera a tener algo que decir para decirlo. Malela puede presumir de un currículo impecable, que incluye también a Nosoträsh y Le Mot (hay más que promesas en www.myspace.com/espaciolemot). Suya es esta gran frase sobre el grupo: "Ojalá nunca perdamos nuestro puntito comeflores". Pepo... Bueno, no sé me ocurre qué decir sobre el presidente de The Secret Society que no haya dicho él antes en sus mails masivos, blogs y entrevistas.

5) Contiene doce canciones. En los discos de indie pop estamos acostumbrados a escuchar la misma en doce variantes (el single y sucesivas pálidas fotocopias). Un ejemplo de su diversidad: “A partir de ahora” es ideal para cantar borracho, mientras que el corte que da título al disco tiene el planteamiento más sobrio del mundo.

6) Sus letras no se refugian en la ironía, ni miran al mundo por encima del hombro, ni recurren a los ripios típicos de los autores de pop en castellano. Un “hat trick” más serio de lo que parece.

7) Un conocido crítico de la capital, tras verles en directo por primera vez, dijo que “este grupo me ha dado ganas de volver a hacer fanzines”. No sé yo: el debut de Grande-Marlaska más bien parece una oportunidad para que los grupos con algo que decir dejen de salir sólo en fanzines. A ver si, por una vez, todo el mundo se entera de que existen canciones más vivas que las que solemos escuchar por la radio.

Víctor Lenore, 24 de octubre de 2007


BALTASAR GARZÓN AMENAZA CON LLEVAR A LOS TRIBUNALES AL GRUPO GARZÓN

Los miembros del grupo musical Garzón, una de las bandas revelación de la escena del pop independiente, recibieron el pasado martes 18 de julio una notificación de los representantes legales de Baltasar Garzón en la que se les insta a “cesar en los actos que constituyen una intromisión a la imagen” del juez de la Audiencia Nacional. En el burofax enviado por el despacho de abogados Medina Cuadros se insta al grupo a que, antes de siete días, cambie el nombre de su página web (www.superjuez.com) y suprima tanto las fotografías del magistrado que aparecen en la misma como las alusiones que directa o indirectamente se refieren él. En caso contrario, “se iniciarán las pertinentes acciones judiciales”. El portavoz del grupo, que tocará hoy viernes en el Festival Internacional de Benicàssim, ha asegurado que se trata de un “terrible malentendido”: “Cuando nos pusimos ese nombre sólo pretendíamos rendir un sentido homenaje a un prohombre que ha revalorizado conceptos denostados hoy día como ecuanimidad, progresismo y modestia”. No obstante, pese a la total confianza del grupo en la justicia española -“que Garzón sea juez y tenga más abogados que O.J. Simpson no quiere decir absolutamente nada”-, la banda ha decidido ir un paso más allá de las recomendaciones del magistrado: “Como dijo el caudillo tras la voladura de Carrero, no hay mal que por bien no venga. En realidad, hacía tiempo que nos habíamos dado cuenta de que no tenía sentido seguir llamándonos Garzón. El objetivo del nombre era homenajear al juez más grande de España. Sin embargo, el tiempo, ese juez supremo que da y quita razones, ha dictado sentencia por nosotros. Todo lo que sube, baja. Hay que mirar hacia el futuro. Por tanto, desde hoy viernes 21 de julio, el grupo Garzón pasa a llamarse Grande-Marlaska”.
 
superjuez.com, 21 de julio de 2006



NOTAS DE FIAR

Me gustan Garzón. Me fío de Garzón. Como a carpinteros conocidos, como a lampistas de confianza, sé que puedo dejarles solos sin que hagan barbaridades. Sé que puedo girar la cabeza sin que construyan cosas insensatas, feas, estériles. Creo que Garzón se ocupan de sus canciones con el antiguo orgullo de los obreros especializados, acabándolas aquí y allá para que sean funcionales, útiles, para que se abran de la manera esperada, para que duren el máximo de años. Las canciones de Garzón, sé que van a durarme años. Sé que van a estar a punto para cada vez que tenga que montarme en ellas, golpear con ellas, regalarlas, hacerlas servir, las canciones de Garzón. Como las scooters antiguas, esas canciones son objetos hermosos y útiles a la vez. Y eso no abunda.
Me fío de Garzón por otras cosas, algunas de ellas tontas. Me fío de ellos porque Roberto se parece a uno de los hermanos de los Young Marble Giants, y uno debe confiar en cosas así. No hay teoría detrás de eso; hay que tomarlo o dejarlo. La regla de oro es: si alguien se parece a Kurt Vonnegut, Robert Wyatt, Jimmy Webb, Richard Brautigan o uno de los dos hermanos de Young Marble Giants, es alguien de fiar. A mí nunca me ha fallado eso, y mis mejores amigos todos tienen caras de otra gente. Se pasean por ahí con caras compartidas, sin saberlo, ignorando que les quiero por razones tontas.
A Garzón les gustan discos lindos, y eso es algo que otros han dicho antes, pero uno debe repetir las cosas de gran importancia. Así, voy a repetirlo: en Garzón les gustan los discos majos. Eso, por supuesto, es una buena razón para fiarse de ellos. Es difícil que alguien que tiene en sus estanterías a Feelies, Comet Gain, Beat Happening, Biff Bang Pow!, Violent Femmes, B-52’s y Orange Juice toque luego con ritmos cansados de indies mentirosos, rock de tómbola para cobardes emocionales, tuertos del estilo, notas que suenan al crujido de pantalones de cuero. No puedes hacerlo, afortunadamente. Plink-plonk, un rasguño, y esa simplicidad natural suena a herencias de folkies dignos, voces de Evie Sands, Al Green, pop californiano, punk verdadero, todo cosido con esmero difícil, de lengua a un lado de la boca, por Garzón. Aprendiendo mientras lo hacen. Artful Dodgers del pop básico, justo.
Y Garzón no mienten. Garzón son políticos sin refranes, sin pancartas subvencionadas, sin sandalias de viejo estalinista. Si hay una izquierda surrealista, situacionista, una izquierda que incorpora las pasiones y los deseos y las obsesiones y el hambre de estar vivo a la posición política, Garzón están allí. Sin darle mucha importancia, como mecánicos convencidos de su pericia. Como electricistas veteranos. Ya lo dije.
De fiar.
Me gustan Garzón como a veces me gustan las cosas: de una manera completa. Veo como agarran la guitarra (cuerpo en el pecho, mástil hacia abajo) y eso trae tantas imágenes encadenadas, dice tanto por sí solo. Hay hechos diminutos, sin intención, que hablan a gritos sobre lo que es uno; hay gestos, miradas, zapatos, aesthetics, guiños susurrados, que construyen galaxias en las que todo encaja, y sólo unos pocos pueden verlo. Y yo, yo veo la melódica que utilizan. Veo la timidez que exhiben. Veo la ilusión que tienen, y que reposa feliz sobre todo el pop hecho por las razones correctas, veo sus cejas levantarse de pura atención, de gran concentración. Como tantas otras veces, todo ha encajado en Garzón; tantas cosas que casi no podemos explicar, imágenes que lo dicen todo. Las ves, o no las ves. El pop también tiene secretos valiosos.
Me gustan Garzón. Me fío de Garzón. Podemos irnos a otras partes, y cuando volvamos la cómoda estará hecha. La scooter en marcha. Los enchufes electrificados. Todo en su lugar, práctico y hermoso a la vez.
Las canciones de Garzón, sé que van a durarme años.

Kiko Amat, 7 de diciembre de 2005



CINCO RAZONES PARA CONFIAR EN LA JUSTICIA… DE GARZÓN

1) Porque sus canciones dejan claro que el pop, por muy pop que sea, no tiene por qué ser un lenguaje que excluya aspectos tan cotidianos y necesarios como la política o los conflictos menos amables. Garzón no es un grupo político, no hace de ello su bandera, pero, desde luego, ni esconde ni se avergüenza de su conciencia. Su fórmula no es nueva, pero sí necesaria y hasta extraordinaria en el actual panorama de la música juvenil, tan reaccionaria y rancia ella. A finales de los ochenta el grupo británico McCarthy (quienes tomaron su nombre del senador norteamericano implicado en la caza de brujas) ya había abierto camino en esa dirección. Sus canciones canalizaban su compromiso político -a menudo identificado en títulos de lo más explícito contra el capitalismo- a través de la melodía. En su cortísima existencia las canciones de Roberto, Malela y Pepo no han caído en el gran vicio del pop español: el miedo o falta de interés a posicionarse en algo tan cotidiano y costumbrista como es la realidad del entorno en el que vives.

2) Porque la guitarra con que arranca “Frontón” (para mí, su mejor canción hasta la fecha) te transmite el nervio de The Feelies, porque el punk acústico de Violent Femmes también te viene a la cabeza cuando Roberto empieza a rasgar su guitarra en directo y porque, gracias a ellos, hemos sacado del baúl de los recuerdos la casete C-86, un censo de grupos británicos realizado por el semanario New Musical Express aquel año y que definió una nueva manera de hacer pop: con ilusión, mucho nervio, sin dictados estéticos y poca tontería.

3) Porque las voces de Roberto y Malela se doblan y se enfrentan con tanto apasionamiento y vehemencia (vuelvo a acordarme de “Frontón”) que te contagian de inmediato.

4) Porque con apenas dos meses de existencia, sin haberse subido aún a un escenario y con sólo cuatro o cinco canciones escritas, ya estaban en boca de la escena underground de Madrid y habían creado ciertas expectativas en Barcelona. Vamos, que parecía que estábamos deseando que un grupo como Garzón apareciera de una vez.

5) Porque estamos bastante hartos de la ñoñería en el pop y porque, ante todo, el pop sigue siendo lo que más nos gusta.

César Estabiel, 10 de febrero de 2005



UNA PEQUEÑA REVOLUCIÓN POP

Garzón nació con un propósito cuanto menos polémico: hacer pop en español sin que fuera de derechas. Si luminarias del indie como los Smiths, Belle And Sebastian o Pulp exhibían su orgullo de clase sin traicionar sus ideales estéticos, ¿por qué aquí nadie lo hace? Por eso, Roberto Herreros (Ladinamo), Malela (ex Nosoträsh) y Pepo Márquez (The Secret Society) se bautizaron como el famoso juez en una especie de homenaje a los infravalorados McCarthy, el grupo de indie pop marxista que fraguaron Malcolm Eden y Tim Gane (luego en Stereolab).

De momento, todo en Garzón ha sido rápido e imperfecto. Media docena de ensayos y un primer concierto en apenas cinco semanas de vida en la sala Siroco de Madrid. Reinventando el espíritu de Beat Happening y los grupos de K Records, Violent Femmes, Television Personalities, The Feelies, los primeros Go-Betweens y los Wedding Present de “George Best”: toscos, dulces y entusiastas, con actitud amateur y esa sensación de provisionalidad de que lo importante, ante todo, es captar y vivir un momento.

David Saavedra, 4 de octubre de 2004


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